lunes, 9 de marzo de 2009

La economía y las verdades a medias

Javier Rey ha publicado un artículo sobre la situación de la economía y sobre cómo enfrentarla que me suscita varias cuestiones. Unas tienen que ver con el pasado/presente: porqué hemos llegado a donde estamos, y otras con el presente/futuro: qué hacemos para salir lo mejor posible del lío. Las primeras son más fáciles de formular, las segundas, más difíciles: el futuro, naturalmente.
En el artículo los creadores del problema están claramente identificados: por un lado, los mercados financieros, los bancos, y por otro, los compradores en el mercado inmobiliario. Es una atribución de responsabilidades que coincide con la que ha quedado establecida como verdadera en el espacio público. ¿Es falsa esa atribución? No lo creo: los mercados financieros han funcionado rematadamente mal y mucha gente compró viviendas con precios y en condiciones de financiación absurdas. Ahora bien, creo que la versión es parcial e insuficiente, tanto que tiende a perjudicar seriamente el debate sobre las medidas más adecuadas cara al futuro.
¿Falta alguien junto a compradores de viviendas y mercados financieros? Yo creo que sí: falta el elefante, nada menos.
En España el tipo de interés real cayó desde el 7% en 1989 hasta el 1% diez años después, al tiempo de entrar España en el euro. Más aún, durante los años 2003 a 2006 el tipo de interés real fue negativo. ¿Es un buen estímulo para que la gente se endeude? ¿Y para que compre pisos? Yo diría que bastante bueno, sobre todo siendo el mercado de alquiler tradicionalmente tan malo en España y habiendo, además, incentivos fiscales para endeudarse y comprar pisos. Evidentemente, eso no convierte en aciertos los errores, pero ¿hubieran podido tomar en cuenta los hacedores de la política económica el derrumbe de los tipos de interés y la influencia que podían tener en la tendencia a endeudarse de los diferentes agentes? Quizás una atención especial hubiera sido razonable ya que España –acertadamente, en mi opinión- había renunciado a la política monetaria y al tipo de cambio. Y, posiblemente, la consecuencia de esa atención y de la velocidad a la que crecía el endeudamiento de las familias –los datos no son secretos aunque el común de la gente no suele consultarlos, yo tampoco, pero quizás el gobierno si hubiera debido- le hubiera hecho pensar en la política fiscal.
El problema es que el primero que creyó que el mercado inmobiliario era sólido como una roca fue el Gobierno, seguido de los gobiernos regionales y los ayuntamientos. A la cabeza, Zapatero, al que sólo le ha faltado el traje de Buzz Lightyear con su irreductible optimismo: “Towards infinity and beyond”. ¿O no suenan así sus declaraciones de enero de 2007?

“Éste es un país con espíritu de futuro, a diferencia de otros países occidentales con rentas per cápita altas que no tienen hoy esa actitud. Por eso estamos seguros de que vamos a superar a Alemania y a Italia en renta per cápita de aquí a dos, tres años. Les vamos a coger. […] Sí, sí. De aquí al 2010 les podemos superar perfectamente.”
La lista de aciertos de Zapatero y su gobierno a la hora de juzgar la situación económica es larga: las repetidas afirmaciones de su solidez, de las maravillas del sistema financiero, de la crisis pasando por nuestro lado pero sin afectarnos, hasta el cuadro macroeconómico de los Presupuestos Generales del Estado que contiene, entre otras previsiones, el 1% de crecimiento del PIB en 2009 y un déficit casi nulo.
El papel tan discreto que ocupa la política económica en muchos análisis de la crisis -como el artículo que comento, por ejemplo-, frente al tan destacado del comprador individual de viviendas no deja de sorprenderme.
(Continuará)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Go on, please.
Juan