miércoles, 18 de marzo de 2009

La economía y las verdades a medias (y 3)

El sistema bancario debe volver a funcionar correctamente para que sea posible salir de la crisis. Eso implica que los bancos centrales sigan proporcionando liquidez –los bancos que antes conseguían fondos en, por ejemplo, los mercados interbancarios o mediante emisiones de bonos consiguen fondos del banco central-, tratando con los llamados activos tóxicos –activos financieros difíciles de valorar y con pérdidas importantes- y recapitalizando, si es necesario con dinero público, los bancos y cajas viables. Estas entidades de crédito viables serán las que puedan volver a facilitar crédito a las familias y empresas.
En el tratamiento de los activos tóxicos y la recapitalización hay importantes cuestiones políticas en juego que resultan perfectamente transparentes en el caso de CCM. Hay básicamente dos alternativas: la dolorosa para el gobierno y más adecuada para la recuperación económica, la relativamente indolora para el gobierno y menos adecuada para todos.
La primera consiste en que otra institución absorba CCM, por supuesto con una imprescindible aportación de dinero público –los ciudadanos pagan- para tapar el agujero. Los gestores de CCM serán recolocados y la crítica áspera de los errores de los gestores de las instituciones financieras que se gastaba con los americanos se suavizará en este caso: pobres, al cabo son compañeros de promoción política. La institución resultante será, probablemente, poco capaz de desarrollar su actividad plenamente: estará cerca de un banco “zombie”.
La segunda consiste en segregar la parte sana del negocio de CCM, venderlo a otra institución, quizás previa una aportación de dinero público que se podrá, probablemente, recuperar. La CCM, sin actividad bancaria, se queda con las pérdidas, los créditos morosos, los gestores y los acreedores que no lo sean en concepto de depósitos para ser liquidada. De esta forma queda una institución bien capitalizada que puede facilitar crédito a la economía y el coste para el Estado se reduce, quizás puede ser nulo.
El debate de esta importante cuestión: cómo abordar el ajuste del sistema bancario, está mereciendo una fracción de la atención dedicada a los problemas de originación de los créditos hipotecarios. ¿Por qué? Yo creo que se explica, simplemente, por una cuestión de tamaño y de un cierto prejuicio ideológico. Tamaño, porque CCM es muy grande y sus gestores tienen una conexión directa con políticos en ejercicio y con poder. Y un cierto prejuicio ideológico basado en una imagen deformada: se produce una especie de connivencia entre el banco, sin escrúpulos, y el individuo que se endeuda por encima de sus posibilidades. Es una situación inteligible, clara, que se ha hecho popular –los NINJA- que, como decía, ha sido un eficaz parapeto para el gobierno.
Los NINJA se van desvaneciendo y los problemas verdaderos van quedando al descubierto, y también algunas cuestiones que se manejan con mucha más dificultad que los NINJA. Por ejemplo, los problemas inaplazables están comenzando a presentarse en las cajas de ahorro. ¿No hay una cierta paradoja en que estas instituciones, más cercanas al sector público que los bancos, no hayan tenido un comportamiento mejor que los bancos, puramente privados, durante estos años de “excesos”? ¿Puede que acabemos descubriendo que había otra burbuja, esta de confianza, en el modelo de gestión de las cajas de ahorro?
Sobre las medidas para salir de la crisis, otro día.

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