sábado, 19 de septiembre de 2009

Necesitamos una política y unos políticos modestos

En una esquina de Ses Covetes el Plan E ha dejado una exacta imagen de la política española: un enorme cartel adosado a una casa -de menor tamaño que el monstruoso cartel- nos anuncia que se han gastado 60 mil euros en el asfaltado de una calle.



Su coste directo debe suponer el 5% del valor de la obra (3.000€) a lo que habrá que añadir un día el coste de retirarlo, transportarlo y reciclado. Todo este gasto -de recursos que no tenemos porque estamos en medio de una crisis terrible- para conseguir… contaminación visual durante unos cuantos años. ¿Es posible que en ningún nivel de nuestra frondosa Administración –nacional, autonómica, insular, municipal- nadie se haya dado cuenta del disparate y haya podido hacer algo para evitarlo? Todos los discursos de servicio al ciudadano, de responsabilidad, de rigor, de honradez chocan con la realidad de muchos políticos cortos de seriedad, autocomplacientes, megalómanos, y tolerantes con la corrupción, que llevan a cabo políticas descuidadas, ineficientes y derrochadoras.
¿Qué es sino autocomplacencia y absoluta insensibilidad ante las preocupaciones de los ciudadanos la decisión del Parlament de pagar 157 mil euros en la adquisición de una escultura para conmemorar esta legislatura (UH, 18.09.09)? Pero los parlamentarios ¿no se han enterado del número de parados, de las empresas que cierran, de las deudas de la Administración, etc.? ¿Qué se va a conmemorar? ¿Que varios imputados por gravísimos casos de corrupción se sientan en el Parlament?
La ineficiencia se nos muestra cada día. Por ejemplo, el Sr. Carbonero, Conseller de Vivienda, se declara preocupado porque solo el 8,1% de viviendas se dedican al alquiler y para llegar al 20% pretende ofrecer ayudas a promotores y propietarios (DM, 18.09.09). Debería explicar por qué se preocupa y por qué quiere llegar al 20%, pero, sobre todo, cómo se financiarán las ayudas dada la situación de la economía, y preguntarse si la causa del tamaño del mercado de viviendas en alquiler no será consecuencia de una legislación absurdamente restrictiva que impide el correcto funcionamiento del mercado. ¿No sería, entonces, más efectivo y más barato mejorar la legislación para que los propietarios del gran parque de viviendas susceptibles de ser arrendadas las pongan en el mercado? Es decir, en lugar de poner el aire acondicionado –la mala regulación legal- y luego la calefacción –las ayudas- implementemos la solución eficiente de quitar el aire acondicionado y la calefacción: permitamos que el mercado funcione. Naturalmente, lo que diga el Conseller de Vivienda será entonces menos relevante, quizás incluso sobre. En cualquier caso la Administración podrá dedicar su atención a problemas más reales.
Pero parece como si faltaran problemas reales aquí y ahora ya que nuestros gobernantes buscan fueran otros de mayor entidad, de más alcance. ¿Megalomanía? La Sra. Armengol, por ejemplo, preside Arco Latino, una organización internacional de administraciones locales, que pretende ser una voz que se oiga en la UE y todo el Mediterráneo. Al aceptar la presidencia hace unos meses hizo un discurso citando a Krugman, la crisis global, el fracaso de la globalización, y pretendiendo repensar el papel de las administraciones locales en relación a ese marco mundial para, por ejemplo, “favorecer la economía productiva”. Pero, ¿no está estirando más el brazo que la manga? Los enormes problemas citados no han de enfrentarse en el nivel de una administración local cuando ni siquiera el nivel nacional parece el adecuado. Bajemos a tierra, por favor, y concentrémonos en la tarea más modesta y mucho más valiosa de atender las necesidades de los ciudadanos que son competencia del Consell Insular. Para los mallorquines la dimensión internacional de la Sra. Armengol es perfectamente prescindible y agradecerían que se concentrara en hacer más eficiente la Administración que dirige. Tiene tarea de sobra en Mallorca como para proponerse arreglar la crisis global.
Junto a estos son innumerables los ejemplos de la incapacidad de muchos responsables políticos para reconocer cuáles son los problemas relevantes y para decidir sensatamente cuáles son las prioridades, para entender los límites de los recursos y de la efectividad de la intervención pública, para interiorizar que todos los recursos que tiene la Administración han sido aportados por los ciudadanos y que no pueden desperdiciarse.
Por eso debemos exigir modestia, contención, humildad y honradez, no sólo económica, también intelectual, para que se reconozcan los verdaderos problemas y la política se dedique a tratar de resolverlos.

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