domingo, 20 de diciembre de 2009

El desastre de los Presupuestos

Hace unos días, con el voto, entre otros, del diputado Vicens, fueron aprobados los Presupuestos Generales de nuestra comunidad para 2010. El Govern puede, pues, relajarse: una vez aprobados los Presupuestos, que son la pieza legislativa imprescindible para mantenerse en el gobierno –cosa diferente de gobernar-, el President Antich, la Presidenta Armengol, etc., podrán dedicarse a elaborar códigos éticos –en papel mojado, naturalmente-, a administrar las disputas de y con sus socios, y a manifestar con gran solemnidad que esto, entre todos, lo vamos a arreglar: el Pacte per la Competitivitat y otras piezas retóricas similares.
Pero merece la pena echarle un vistazo a los grandes números para reflexionar sobre dónde estamos y hacia dónde vamos.
El Conseller Manera comenzó las negociaciones del presupuesto durante el verano con el objetivo de reducir los gastos en €500 millones respecto a 2008. Imposible. El President Antich y el Conseller Manera no consiguieron convencer a sus socios de que una brutal caída de los ingresos exigía un serio esfuerzo de austeridad y la reducción de gastos se quedará en sólo unos €170 millones. Es decir, la capacidad de presión de UM, ERC, EU, PSM, etc., hace que en 2010 vayan a gastarse €330 millones que con toda seguridad podrían haber no llegado al presupuesto si el President y el Conseller de Economía hubieran tenido la energía política suficiente. €330 millones como mínimo. Lástima.
Lástima porque, además, para gastar esos prescindibles €330 millones la CAIB tendrá que endeudarse: los Presupuestos prevén un incremento de su endeudamiento de 694 millones de euros en 2010. Esa deuda se añadirá a la que la CAIB tendrá al finalizar el año 2009, que estará en torno a los 4.200 millones de euros, para llegar a alcanzar al finalizar el año 2010, previsiblemente, unos 5.000 millones de euros, sin incluir la no despreciable deuda de las corporaciones locales.
El PIB de Baleares en 2008 fue de 27.500 millones de euros (a precios corrientes). El PIB es el flujo de renta del que deben salir los fondos para reducir esa deuda. Para 2009 se estima una reducción del 3,8%, es decir, que el PIB de 2009 será de unos 26.500 millones de euros a precios de 2008. Suponiendo un 2% de inflación total en el bienio 2009-2010 y un crecimiento del 0% en 2010 (la previsión para España del servicio de estudios del BBVA, por ejemplo, es del -0,7% y la de The Economist, del -0,1%), el PIB de 2010 será de unos 27.000 millones de euros. Es decir, que, juntando las piezas del puzzle, tendremos una deuda de 5.000 millones de euros para un PIB de 27.000 millones. €5.000 millones como comunidad autónoma, porque como parte de España nos afecta, naturalmente, el endeudamiento del resto de las administraciones públicas españolas: dentro de un año, es decir, al finalizar el 2010, se estima que el endeudamiento de todas las administraciones públicas representará un 63% del PIB, es decir, unos €650.000 millones de euros.
Los €5.000 millones de deuda de la CA, ¿son mucho o poco? El nivel de endeudamiento adecuado para una comunidad autónoma o para el conjunto de la administraciones es una cuestión de gran alcance que depende de muchos factores coyunturales y estructurales, una cuestión compleja que no pretendo, un mucho menos, abordar aquí en su totalidad. Pero sí hacer algunas consideraciones sobre la sostenibilidad del ritmo de gasto y sobre las previsibles consecuencias políticas.
Si Baleares recuperara crecimientos altos del PIB el peso de la deuda sería menor: siendo más ricos el mismo nivel de endeudamiento –por ejemplo, €5.000 millones- sería relativamente menor. Además, si crecimientos altos del PIB se recuperaría la recaudación fiscal: más ingresos, más solvencia, mayores niveles de gasto sin endeudamiento. Lamentablemente nadie prevé esos crecimientos altos en los próximos años.
Si España recuperara crecimiento altos del PIB se recuperaría la recaudación fiscal y habría dinero para dar a las CA. Lamentablemente nadie lo prevé, por lo que España, para no acabar como Grecia, se habrá de enfrentar a una seria consolidación fiscal durante los próximos años, es decir, a reducir su gasto público y a considerar el aumento de algunos impuestos. Consecuentemente habrá poco dinero para las CA, especialmente para aquellas, como la nuestra, que no pueden presionar efectivamente al Gobierno, como Cataluña.
Es decir, malas perspectivas por el lado de los ingresos. Por otro lado, €5.000 millones de deuda pueden llegar a costar mucho dinero en intereses. ¿Qué pasará cuando los tipos de interés suban, cuando el EURIBOR pase del 1% al 3% o al 4%? ¿Cuántos millones de euros habrán de pagarse que no podrán gastarse en otras cosas?
La combinación de estancamiento de la economía balear y española, alto endeudamiento y futuro aumento de los tipos de interés, dibuja un horizonte verdaderamente oscuro. La incapacidad de diseñar unos Presupuestos mínimamente austeros -¡ni siquiera esos €500 millones de reducción propuestos por Antich y Manera en el verano!- es una auténtica irresponsabilidad porque el ajuste de los gastos será inevitable, pero al aplazarlo hasta el año próximo tendrá que ser más severo que el necesario de haberse hecho ahora: habrá que enfrentar un mayor servicio de la deuda (intereses y devoluciones) lo que obligará a reducir otros gastos que acabarán siendo las partidas fundamentales del presupuesto, es decir, educación y sanidad.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Nunca pasa nada

El 7/12 una de las columnas de LEX (Financial Times) se titulaba "Spain". Dice lo siguiente:

Un boom inmobiliario alimentado por dinero barato, mucho consumo ostentoso de astros del fútbol ingleses que se compraron un lugar bajo el sol, y todo sin aparente riesgo de cambio. La descripción corresponde a Dubai. Podría ser, igualmente, España.
La cuarta economía de la eurozona ha sufrido considerablemente durante la crisis financiera. Casi un quinto de los españoles están desempleados. El país flirtea con la deflación. La economía todavía se contrae. Lamentablemente, puede contraerse aún más. Esto también es cierto para las denominadas economías periféricas de Europa, como Irlanda y Grecia, que también tienen unas finanzas públicas débiles. Pero la economía española es aproximadamente cinco veces su tamaño. Sus problemas son, por lo tanto, mucho mayores.
José Luis Rodríguez Zapatero, el primer ministro, ha trabajado para atenuar el golpe. Los €8.000 millones de su paquete de medidas de estímulo del Plan España, equivalentes al 2,3% del PIB, han embellecido parques aquí y mejorado infraestructuras allá. Como el gasto público en todas partes ha ayudado, probablemente, a prevenir el descontento social. También puede haber ayudado a frenar la emergencia de problemas en el sector bancario. La corrección de precios inmobiliarios en España ha sido una fracción de lo que ha tenido lugar en mercados similarmente inflados como Irlanda o Inglaterra. Pero impulsando generosas ayudas sociales y un sector de la construcción ya inflado, ha hecho que España sea menos competitiva.
Los salarios españoles están todavía creciendo a un 4% anual. Incluso después de tomar en consideración el terrible incremento del desempleo, desde menos del 8% en 2007, los costes laborales unitarios también están subiendo –al 0,4% en el tercer trimestre. España no puede devaluar para restaurar la competitividad perdida. Es más, desde la entrada en el euro su tipo de cambio real se ha apreciado más que el los otros países del euro –excepto Irlanda. Pero los salarios irlandeses están actualmente cayendo alrededor del 1%. El próximo año, el Economic and Social Research Institute, con sede en Dublin, afirma que los salarios caerán el 2,5%.
Irlanda, consecuentemente, está asumiendo el sufrimiento. Una vez pase el efecto anestésico del Plan España, el mercado de trabajo español tendrá que asumirlo también. Una caída importante del euro podría volver a aplazar el sufrimiento hasta mañana (en español en el original). Pero no es de ninguna manera una estrategia, es una lotería. FIN DEL ARTÍCULO

Dos días después la agencia Standard&Poors ponía la calificación de la deuda española en perpectiva negativa. Las dudas que suscita hoy en día la economía española son "normales" en el sentido de que son de la misma categoría que las que suscitan Grecia o Irlanda o Portugal, por ejemplo. Digo la misma categoría, no el mismo grado. Hoy en día, la gravedad de los problemas de deuda de Grecia, por hablar de un tema caliente, son incomparablemente mayores que los españoles.

Pero, ¿qué pasará si -o quizás es mejor decir "cuando"- a las dudas meramente económicas se añadan las seriamente políticas?

Tomemos la deuda pública española que deba ser colocada en los mercados financieros en cantidades bastante crecidas compitiendo con la deuda, también abundante, de otros muchos países, digamos bonos a diez años. ¿Algún día alguien en esos mercados se preguntará por el futuro a largo plazo del país que vende esos bonos y que, por lo tanto, es el que tiene que devolver el dinero que pide prestado?

La pasividad del Gobierno en materia de reformas económicas, imprecindibles, es obvia para todos, incluídos, por supuesto, S&P y el Financial Times. La pasividad ante las inciativas políticas que de forma transparente se proponen destruir el estado que pide dinero prestado en los mercados financieros pronto será igualmente obvia para todos. Y pronto será obvio que más que pasividad es, en muchos casos, colaboración: numerosos alcaldes del PSC -el partido de Montilla, Presidente de la Generalitat y exministro del Gobierno de España- han votado a favor de la consulta.

A fecha 11/12 el tipo de interés del bono a 10 años era para Alemania: 3,20%; para España: 3,81%; y para Grecia: 5,30%.

Pues bien, me temo que estamos caminando en la dirección de Grecia. Es decir, en el camino de una cuesta cada vez más empinada: si poner en orden la economía y las finanzas públicas es difícil ahora, pagando el 5,30% sería mucho más difícil. Una tarea más difícil para un gobierno más débil en un sistema político más disfuncional, con instituciones fundamentales -el TC, por ejemplo- cada vez más faltas de legitimidad. Una mala combinación.

Pero, en realidad, no pasa nada. Zapatero dice que las consultas independentistas en Cataluña no van a ninguna parte y que la economía española va a comenzar a crecer de manera inminente.